Llegué a Chile en 1968, y como por mi condición de funcionario internacional gozaba de inmunidad diplomática me quedé hasta 1992, sin sobresaltos. Su capital, Santiago, era una ciudad provinciana: a eso de las 22 ya todo dormía, y durante el día sus habitantes, siempre muy respetuosos, hablaban bajo, con actitudes próximas a la sumisión. La política por su parte gozaba de una estabilidad que no conocía golpes de Estado, lo que influyó en que muchas agencias de Naciones Unidas tuvieran su sede regional en ese país. Otra particularidad de esa sociedad es la de haber permitido la llegada al poder (en 1970 y mediante un acto electoral) de la Unidad Popular, alianza de socialistas, comunistas y algunos radicales. En ese entonces Chile exhibía muy bajo nivel económico, porque carecía de una indu
Breve historia de dos países

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