La madrugada del 21 de marzo de 2014, una joven de 25 años ingresó a la guardia del hospital Avellaneda, de San Miguel de Tucumán, con fuertes dolores abdominales y la esperanza de recibir asistencia médica. Lo que ocurrió después estuvo muy lejos de sus expectativas.
Belén (nombre ficticio utilizado para preservar su identidad) estaba atravesando un aborto espontáneo, aunque desconocía que estaba embarazada.
Lo que comenzó como una urgencia obstétrica terminó convirtiéndose en una causa judicial por aborto seguido de presunto homicidio. A la joven la sacaron esposada del hospital, para trasladarla al Penal de Santa Ester, donde permaneció privada de su libertad como resultado de una investigación plagada de irregularidades que la condenó a ocho años de prisión por “homicidio doblemente