Una de las páginas más oscuras de la historia de Colombia se registró en La Catedral, una cárcel que fue construida bajo la inspección de Pablo Escobar, que era dueño del terreno en el que aceptó ser recluido tras su “entrega” a la justicia colombiana en 1991.
En poco más de un año, Escobar consolidó en La Catedral una oficina privada de su emporio criminal, en el que realizó fiestas con celebridades, invitó a futbolistas profesionales y llegó a asesinar a dos de sus socios.
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Después de que la situación se salió de control, el gobierno colombiano intentó trasladar al narco de prisión, pero este controlaba al personal de la cárcel y terminó escapando sin problemas por la parte trasera de La Catedral.
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