En las mañanas y tardes, cuando el Metro de Medellín se convierte en el principal medio de transporte para miles de personas, el ambiente de convivencia que caracteriza a la Cultura Metro se ve empañado por una situación que ha comenzado a preocupar a las usuarias: el acoso sexual en horas pico.
Varios reportes señalan que hombres se colocan con sus bolsos en la espalda, muy cerca de las mujeres, aprovechando el hacinamiento de los vagones para rozarlas de forma intencional. Estas situaciones, lejos de ser accidentes por la estrechez del espacio, tienen un patrón que las víctimas identifican como un comportamiento de “sobanderos”, que se quedan pegados al cuerpo de las pasajeras, incomodándolas y generando angustia.
“No es que el tren esté lleno y nos empujemos entre todos. Es que uno si