Cuando la corte francesa era itinerante y danzaba de palacio en palacio, los reyes eligieron el valle del Loira como lugar de recreo, lejos de la conflictiva París . Clima más saludable, tranquilidad y mejor calidad de vida para organizar fiestas locas y criar a sus hijos. Y sigue así el llamado “jardín de Francia”, reconocido patrimonio mundial por la Unesco por su alto valor cultural y paisajístico. Concentra castillos y mansiones entre campiñas y bosques a la ribera de su río más largo y salvaje.

Un frondoso corredor arbóreo lleva hasta Chenonceau, levantado sobre el caudaloso río Cher, afluente del Loira, e indisolublemente ligado a las mujeres extraordinarias que lo amaron y dejaron en él su impronta. Es el “castillo de las damas” un referente de elegancia y refinamiento renacent

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