Fueron las últimas ejecuciones del franquismo; sus escenarios, Madrid, Burgos y Barcelona; y los ajusticiados, tres militantes del FRAP y dos integrantes del aparato político-militar de ETA. Las balas postreras de una por entonces agonizante dictadura que salió internacionalmente golpeada por estas decisiones, de las que se cumple medio siglo.
José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, militantes los tres del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), y los etarras Ángel Otaegi y Jon Paredes Manotas, Txiki, fueron fusilados un 27 de septiembre de 1975, apenas dos mes antes de que Franco muriera.
Un capítulo de la historia del régimen franquista del que habla ahora Gaizka Fernández Soldevilla, historiador del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo y c