Internacional.- Un macabro hallazgo conmocionó a la ciudad alemana de Dortmund, cuando en 2004 la Policía encontró el cuerpo sin vida de Mark Voegel, un hombre de 30 años devorado por sus propias mascotas tras ser mordido por una de sus arañas, una viuda negra llamada Bettina, provocándole la muerte.
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La picadura, aproximadamente 15 veces más potente que la de una serpiente de cascabel, resultó fatal y dejó al hombre a merced de su inusual colección: más de 200 insectos, lagartijas, serpientes y hasta ranas venenosas. E l apartamento parecía una mezcla entre un jardín botánico y un mariposario de la película "El silencio de los inocentes", según recoge The Mirror.
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