El domingo, Gran Bretaña, Canadá y Australia anunciaron el reconocimiento oficial del Estado de Palestina. Esta decisión marca un cambio significativo en la política exterior de estos países, tradicionalmente aliados de Israel. La medida se produce en medio de la creciente indignación internacional por la situación en Gaza, donde Israel continúa su campaña militar.
El primer ministro británico, Keir Starmer, afirmó que "el momento ha llegado" para reconocer a Palestina. En un mensaje de video, destacó que este reconocimiento busca "revivir la esperanza de paz para los palestinos e israelíes". Starmer subrayó que no se trata de una recompensa para Hamás, el grupo que perpetró el ataque del 7 de octubre de 2023, que resultó en la muerte de aproximadamente 1.200 personas.
La decisión de estos tres países se produce justo antes del inicio del debate de alto nivel en la Asamblea General de la ONU, donde se espera que más naciones se sumen al reconocimiento de un Estado palestino. Francia y Portugal son algunos de los países que podrían seguir este camino.
La respuesta de Israel fue inmediata y contundente. El primer ministro Benjamin Netanyahu desestimó la posibilidad de un Estado palestino, afirmando que "no sucederá". Netanyahu criticó a Gran Bretaña, Canadá y Australia por ofrecer un "premio" a Hamás y advirtió que podría tomar medidas unilaterales, como la anexión de partes de Cisjordania.
Por su parte, Hamás celebró el reconocimiento, considerándolo un "resultado legítimo de la lucha" del pueblo palestino. El presidente palestino, Mahmoud Abbas, también aplaudió la decisión, viéndola como un paso hacia una "paz justa y duradera" en la región.
Este reconocimiento se produce en un contexto de creciente preocupación por la situación humanitaria en Gaza, donde más de 65,000 personas han muerto y alrededor del 90% de la población ha sido desplazada. Expertos de la ONU han señalado que Israel podría estar cometiendo genocidio en Gaza, un cargo que el gobierno israelí ha rechazado.
El reconocimiento del Estado palestino por parte de Gran Bretaña, Canadá y Australia es visto como un movimiento simbólico que refleja la frustración internacional con la falta de avances hacia una solución de dos Estados. La comunidad internacional considera que la creación de un Estado palestino junto a Israel es la única forma realista de resolver el conflicto a largo plazo.