En plena alarma por las s recientes incursiones rusas en el espacio aéreo de la OTAN, la Alianza Atlántica analiza su capacidad para combatir a largo plazo con los nuevos artefactos que van a marcar los conflictos en los próximos años. La guerra actual pasa en gran medida por drones kamikaze, tal y como ha recordado la presencia, fuera o no intencionada, de estos aparatos no tripulados en los cielos de Polonia y Rumanía.

La preocupante prueba rusa en Polonia salió muy barata para las arcas del Kremlin, mientras que para derribar una veintena de drones la OTAN recurrió a a cazas F-16 y F-35, que cuestan varios millones de dólares. “Por supuesto, reconocemos que la mejor manera de derrotar a los drones no es con un misil muy caro disparado desde un avión muy caro”, reconocen fuentes aliadas

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