La reciente decisión de la provincia de Buenos Aires de prohibir el uso de teléfonos celulares en las aulas de las escuelas primarias vuelve a poner en el centro de la escena un debate que atraviesa a todo el país: cuál es el rol de la tecnología en la educación y hasta qué punto su presencia beneficia o perjudica los procesos de enseñanza y aprendizaje. La medida se suma a la que ya había adoptado la Ciudad de Buenos Aires y las provincias de Salta y Neuquén, lo que evidencia que se trata de una preocupación extendida y no de un caso aislado.
La escuela no es un espacio ajeno a los cambios tecnológicos, pero tampoco puede resignar su misión fundamental: garantizar la transmisión de conocimientos, formar hábitos de estudio y ofrecer un ámbito de convivencia que estimule la interacción ent