Ya lo reza el refrán: sobre gustos no hay nada escrito. O, como se dice ahora, para gustos, colores. Y, aunque sea cierto, no lo es menos que hay unos gustos mejores que otros. Cuando el 23 de abril de 1563 se colocó la primera piedra de lo que más tarde terminaría siendo el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial , Felipe II tuvo, según dice Manuel Fernández Álvarez, historiador, "dos oportunidades para hacer de él una pinacoteca de excepcional valía".

Esas dos oportunidades tenían nombre propio: Juan Fernández de Navarrete, llamado "el Mudo", y Doménikos Theotokópoulos, más conocido como " el Greco " . Navarrete era, en palabras de Fernando Marías, el "pintor favorito" del Rey Prudente. Sin embargo, una obstrucción estomacal lo apartó el 28 de abril d

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