El presidente estadounidense Donald Trump firmó una orden ejecutiva que designa a Antifa como “organización terrorista nacional”, en un movimiento sin precedentes que, según expertos, carece de base legal.

La Casa Blanca atribuye al movimiento un “patrón de violencia política” y ordenó a agencias federales investigar, interrumpir y desmantelar supuestas operaciones vinculadas a esta red. Sin embargo, las leyes federales sólo permiten declarar como terroristas a entidades extranjeras, lo que limita cualquier sanción real.

Antifa, más que un grupo estructurado, es una etiqueta para activistas antifascistas.

“Algunos se han involucrado en comportamientos violentos, pero representan un número reducido”, explicó para The New York Times Jared Holt, investigador de extremismo.

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