Febe y Angelo Pérez, de 6 y 9 años, se despertaron en medio de la noche para encontrar a su madre, Kenia, siendo arrestada por agentes de inmigración. Estos hermanos, ciudadanos estadounidenses de Texas, no comprendían la situación ni quiénes eran los hombres con chalecos tácticos. La madre fue informada de que, si no encontraba a alguien que cuidara de sus hijos, los Servicios de Protección Infantil los llevarían a un hogar de acogida. Este caso es uno de muchos en el que niños nacidos en Estados Unidos se han convertido en víctimas colaterales de la dura política migratoria de la administración Trump.
Desde que Trump asumió la presidencia, más de 100 niños ciudadanos han quedado sin sus padres debido a las redadas migratorias. Estos niños han sido dejados al cuidado de familiares, amigos o incluso desconocidos tras la detención de sus padres en diversas circunstancias, como en el trabajo o al dejar a sus hijos en la escuela. La política actual ha abandonado la "aplicación humana" de las leyes de inmigración, lo que ha llevado a situaciones críticas para estos menores.
Un portavoz del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) no proporcionó cifras sobre cuántos niños ciudadanos han sido separados de sus padres, pero afirmó que la agencia intenta permitir que los padres designen un tutor o que sus hijos los acompañen al momento de la deportación. Sin embargo, muchos relatos indican que el ICE no ha dado tiempo suficiente a los padres para organizar el cuidado de sus hijos antes de ser deportados.
Los testimonios recopilados incluyen el caso de una niña con autismo que fue colocada en un hogar de acogida tras la detención de su padre, y de una bebé de 10 meses que quedó al cuidado de amigos de la familia cuando su madre fue arrestada. En Michigan, una joven abandonó sus planes universitarios para cuidar de sus tres hermanos menores tras la detención de su padre.
Wendy Cervantes, experta en políticas migratorias, describió la situación como "la peor pesadilla de un niño". La violencia y el caos de las redadas han dejado a muchos niños ciudadanos en una situación de vulnerabilidad. En un caso reciente, un joven de 15 años se quedó solo con sus dos hermanos menores tras la deportación de su madre, quien fue llevada a México solo tres días después de su arresto.
Organizaciones sin fines de lucro, como Amigos de los Trabajadores del Campo, están intentando ayudar a estas familias. Martita Martínez-Bravo, directora de la organización, ha estado recolectando donaciones para cubrir necesidades básicas de los niños afectados. Sin embargo, muchas familias se encuentran sin recursos y sin apoyo gubernamental, lo que agrava la situación de estos menores.
La falta de un sistema de apoyo adecuado ha llevado a que muchos niños queden en riesgo, dependiendo de la ayuda de organizaciones comunitarias y de la solidaridad de otros. La situación sigue siendo crítica y requiere atención urgente para proteger a estos niños y garantizar su bienestar.