Routh pasó semanas planificando el ataque antes de ingresar armado al campo de golf de Trump en West Palm Beach. Aunque no llegó a disparar, el fiscal federal adjunto argumentó que la intención era clara: “Si las pruebas han demostrado una cosa, es que Ryan Wesley Routh quería la muerte de Donald Trump”, afirmó durante los alegatos finales.

El juicio, celebrado en el tribunal federal bajo la supervisión de la jueza Aileen Cannon, ganó notoriedad porque Routh optó por representarse a sí mismo. A lo largo del proceso, llamó a solo tres testigos y evitó testificar, alegando que no tenía intención de disparar su arma. En sus alegatos finales, intentó convencer al jurado de que “no se puede cometer un crimen si no se aprieta el gatillo”.

El caso ocurre en un contexto de creciente preocupación

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