




LA HABANA (AP) — Los adolescentes cubanos Fabio y Diego Abreu sonríen nerviosos, bajan la mirada y titubean; pero cuando suben al escenario se transforman. Seguros, desenvueltos, ocupan todo el espacio y llenan la sala del más hipnótico y puro jazz.
Los hermanos Abreu son un ejemplo del surgimiento en los últimos años de jóvenes talentos en la música cubana en los espacios dejados por la migración de artistas producto de la crisis, la apertura de un circuito de pequeños locales privados donde hacen sus shows y la penetración de internet —relativamente nueva en la isla— desde la cual se promocionan.
Según los expertos, el fenómeno trajo también aparejado un decaimiento de géneros enraizados en la isla como el hip hop y la emergencia de nuevas sonoridades como el muy polémico “reparto”, surgido en los barrios populares y caracterizado por sus letras explícitas.
“Hacemos los que nos gusta y tenemos la dicha de vivir de lo que amamos, la música”, dijo a The Associated Press, Fabio Abreu, de 19 años, poco antes de comenzar un concierto en una sala en la Fábrica de Arte Cubano, un centro cultural de gestión mixta pues el viejo almacén es de propiedad estatal, pero la administración pertenece a un particular.
“Es un reto, una responsabilidad, pero lo disfrutamos mucho”, agregó Fabio.
Aún siendo un día laborable las butacas estaban llenas de personas que en la penumbra disfrutaban la “descarga”, como se denomina en jazz a estas sesiones sin más decorado que los instrumentos de los dos muchachos.
Fabio se especializó en la percusión y Diego, de 17 años, en el piano y la composición. Ambos se formaron en una escuela pública especial de música como tantas en la isla que preparan a centenares de niños.
Hasta hace unos seis años las carteleras de Cuba eran el sueño de cualquier melómano: un día tocaban los Van Van o Adalberto Álvarez, el otro Haydée Milanés o Carlos Varela; el siguiente se presentaba un cuarteto de cámara y después una jornada de “freestyle” de hip-hop.
Pero la pandemia de COVID-19 que cerró las fronteras de la isla en 2020 y el incremento de las sanciones económicas de Estados Unidos desataron una crisis —con inflación y todo tipo de desabastecimiento— que cambió por completo también el panorama artístico.
La industria musical se resintió además por la falta de presupuesto, la pérdida de personal calificado en el sector —desde ingenieros a productores—, los apagones que obligan permanentemente a cancelar conciertos y el escaso mantenimiento de los teatros o el cierre o poca programación de espacios culturales mayoritariamente estatales.
Algunos músicos van y vienen, otros rompieron lazos con la revolución con duras críticas al gobierno y también los hay entrados en años que ya no se presentan en público.
“Hay un panorama tan complejo como interesante, porque en los últimos años han emigrado grandes figuras de la música y la cultura cubana… muchos con una carrera establecida en Cuba”, comentó a AP el ensayista y periodista especializado en música Michel Hernández.
A su vez se vienen desarrollando nuevos artistas que merecen atención, agregó Hernández. “Es una escena muy híbrida en cuanto a géneros. Están bebiendo del rock, del pop, de la música electrónica y de las raíces de los (estilos) tradicionales cubanos como el son”, explicó.
Hernández y otros expertos consultados por AP coincidieron en que la crisis y el recambio generacional dieron paso a la aparición de artistas noveles muchos de los cuales se presentan ahora en pequeños bares privados surgidos en la década pasada.
“Lo que está pasando con la música cubana es que está dependiendo del talento joven”, reflexionó Melanie Santiler, una cantante y compositora pop de 23 años que comenzó a sonar entre los jóvenes y muchos de cuyos seguidores la conocieron a través de videos en internet. Su cuenta de Instagram tiene 249.000 seguidores y la de YouTube 76.000.
Sin una industria discográfica que los respalde, los creadores jóvenes dependen en buena parte de la difusión por redes sociales e internet — disponible en la isla recién a fines de 2018 — y de los videoclips que pasan de teléfono en teléfono, algunos con muy bajo costro de producción.
También buscan que promotores extranjeros y músicos colegas con carreras afuera los apadrinen.
“Los músicos emergentes somos los que estamos cargando la bandera y el futuro de lo que se va conocer como la música cubana. Para mí es un momento decisivo”, agregó la artista poco antes de presentarse en Sangri-La, un bar privado adonde cientos de jóvenes con tragos en sus manos bailaban y coreaban los temas de la artista.
El género del momento —cuyos temas han llegado a Estados Unidos de la mando de artistas como El Taiger o Bebeshito— es el “reparto”, una fusión del reguetón con sonoridades tradicionales isleñas como la timba.
“Cuba ha dado muchos artistas espectaculares, un sinnúmero de orquestas que son muy importantes”, comentó entusiasmado a AP Dasiel Mustelier, de 22 años, un saxofonista de formación conocido artísticamente como Wampi y uno de los más sonados creadores del “reparto” que tiene 713.000 seguidores en Instagram y más de 345.000 en YouTube.
Wampi ya tiene programada para noviembre y diciembre una gira por Europa y ha mantenido importantes colaboraciones con compatriotas fuertemente asentados en el mercado mundial como Cimafunk. “Todos los jóvenes deberíamos aprovechar al máximo” este momento, reflexionó.
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