El viernes 19 de septiembre parecía ser un día más de trabajo para Tayron Paredes Gamboa , un joven DJ y repartidor venezolano que se ganaba la vida en el Estado de México. A sus 27 años, combinaba la pasión por la música con el oficio de llevar pedidos en motocicleta, tratando de construir un futuro para su hijo y su familia.

Esa tarde salió de su casa en Cuautitlán Izcalli con rumbo a Huehuetoca , tras aceptar una entrega a través de una aplicación. Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando, inquieto, comenzó a enviar mensajes a su hermana: “Estoy que me devuelvo” , escribió a las 15:57 horas. Minutos después agregó: “Puro monte, pero no sé qué onda” . El último mensaje llegó a las 16:02: “Sí, pero no sé, no confío nada” .

Después de esas palabras, el silencio. El rastro

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