La cooperación militar entre China y Rusia tiene, por ahora, un techo de cristal bien definido . La primera patrulla submarina conjunta que ambas potencias ejecutaron el pasado agosto es la prueba más reciente. Aunque se presenta como una demostración de fuerza coordinada frente a Occidente, el gesto esconde una cautela reveladora: para la misión se emplearon veteranos submarinos diésel-eléctricos de diseño soviético, en lugar de las mucho más avanzadas y estratégicas unidades de propulsión nuclear que ambos países tienen en sus arsenales. Esta decisión es especialmente notoria si se tiene en cuenta el formidable poder de la flota rusa, ya que el está considerado uno de los más avanzados y temidos a nivel global.
De hecho, este movimiento calculado parece ser, más que nada, una respues