En tributo de admiración, semanas atrás Martín Granovsky evocó la memoria de su padre y su texto --siempre accesible en los anaqueles de la calle Corrientes-- sobre aquellos otros genocidios de Hitler. El recuerdo me condujo al afiche que en 1937 publicitaba la revista mensual Neues Volk: “Esta persona que padece una enfermedad hereditaria le cuesta a la comunidad 60.000 reichsmarks de por vida. Ese es tu dinero también”. Algún miserable de hoy lo reeditaría en el infame “Con la nuestra”.

Era propaganda contra el gasto público durante el régimen nazi, fruto de los recortes en la financiación de hospitales. En Nuremberg, tras los juicios, se estableció un número superior a doscientos mil enfermos exterminados. Aquellos que padecían enfermedades mentales, afecciones psíquicas o neurológicas

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