
Los talleres de electrónica del automóvil muestran una amplia aceptación de los Sistemas Avanzados de Asistencia al Conductor (ADAS) que se alinea con la percepción que tiene la mayor parte de la población. A pesar de las dudas y los retos que también plantea, los centros de reparación sostienen que, en general, esta tecnología es esencial para avanzar hacia el coche del futuro y reducir la siniestralidad vial.
Así lo confirma el nuevo estudio El rol de los sistemas ADAS en la reparación de vehículos , perteneciente al Proyecto VIDAS (Seguridad VIal y ADAS), que impulsan la multinacional Bosch y la Fundación Española para la Seguridad Vial (Fesvial). El trabajo, basado en encuestas a más de 130 talleres de toda España, pone de manifiesto que existe un consenso amplio en torno al impacto positivo de estos sistemas en la movilidad, pero también identifica retos importantes para garantizar su correcto mantenimiento y reparación.
El 89% de los talleres considera que los ADAS facilitan una reducción de la siniestralidad, el 77% cree que ayudarán a reducir malas conductas al volante y el 72% valora que harán los viajes más ágiles y eficientes. Su contribución a la eficiencia energética genera más dudas, ya que solo el 42% vincula esta tecnología a reducciones de consumo y a la mejora del medio ambiente.
“En términos de percepción global, casi nueve de cada 10 talleres coinciden en que los ADAS son el primer paso hacia el coche del futuro y ganarán peso en el equipamiento”, afirma al respecto Ignacio Lijarcio, director general de Fesvial. Además, el 87% afirma que equipar más dispositivos de este tipo es positivo porque reduce accidentes; el 69% estima que aportan prestigio a la marca, y el 64% opina que los conductores valoran los coches con mucha tecnología de esta clase a bordo.
En el lado de las críticas, más de la mitad está en desacuerdo con la idea de que “muchos ADAS no funcionan como deberían”. Aun así, emergen fricciones de uso y coste, ya que el 74% señala que encarecen precio y mantenimiento, y el 48% percibe que muchos conductores los desactivan por resultar molestos.
Sobre potenciales complicaciones futuras, hay posiciones divididas: casi un 39% cree que generarán problemas por averías o mal funcionamiento, frente a un 33% que lo descarta. Un tercio considera los ADAS complicados de utilizar y de explicar, por un 41% que no lo ve así. En la relación coste-beneficio tampoco hay consenso, con un 42% que rechaza la afirmación de que “los costes superan a los beneficios”.
La llegada de los ADAS está transformando la operativa del taller. Ocho de cada 10 reconocen que exigen reciclaje técnico y seis de cada 10 los ven como una oportunidad de negocio. En cuanto a la preparación, el 58% afirma estar listo para reparar estos sistemas, el 26% admite que necesita mayor preparación y el 16% admite no estar aún preparado.
Entre los motivos de la insuficiente preparación destacan la elevada inversión y las dudas sobre su amortización (51%), la baja demanda actual (33%), la falta de cualificación del personal (32%) y la no disponibilidad de maquinaria (17%).
La tenencia de equipos de recalibración marca la diferencia. Así, más del 90% de los talleres que dicen estar preparados cuenta con equipos y personal para recalibrar los sensores de cámara, radar o ultrasonidos; en los parcialmente preparados, esa disponibilidad cae al 40%, y entre los no preparados es prácticamente nula.
En volumen de intervenciones, la operación más frecuente es la recalibración de sensores, implantada en el 78% de los talleres mejor preparados, seguida de la reparación del sensor de radar (49%), la cámara de vídeo (32,5%) y la centralita o ECU (18%).
Desde el punto de vista del negocio, hoy el peso es bajo: para el 47% la facturación asociada a los ADAS es prácticamente nula (0-2 sobre 10) y para el 20% es escasa. En suma, dos de cada tres talleres (67,5%) le asignan una relevancia baja. A tres años vista, el 41,6% prevé que esta se incremente de forma considerable, hasta el entorno del 7-10.
Conocimiento y formación
“Los talleres se autocalifican con un 8,1 sobre 10 en conocimiento de ADAS, si bien los resultados reflejan una cierta sobrestimación”, indica Lijarcio. Los mejor preparados se puntúan con un 9,1; los que necesitan más preparación con un 7,4 y los no preparados apenas alcanzan un 4,8.
En cuanto al origen de la formación, el 54,5% la ha recibido a través de cursos, el 42% mediante documentación de proveedores y el 38% de forma autodidacta. Un tercio ha aprendido gracias a compañeros, lo que indica que buena parte de los conocimientos procede de fuentes no formales.
Además, el 83% de los talleres reconoce la necesidad de seguir formándose, con preferencia por materiales audiovisuales de los fabricantes (66%) y cursos especializados (60%). La autoformación y la enseñanza entre colegas ocupan un lugar marginal.
El principal freno a la reparación de estos sistemas es el coste. Así, tres de cada cuatro talleres señalan la elevada inversión necesaria en equipos de calibración como un obstáculo clave, y el 60% percibe que el propio coste de la reparación para el cliente dificulta su aceptación. En segundo lugar, aparece la cualificación profesional, y más de la mitad de los talleres (53%) reclama formación y reciclaje específico del personal.
La siguiente barrera se encuentra en la cadena de suministro, ya el 49% advierte retrasos en la entrega de piezas y escasez de proveedores alternativos, lo que impacta en los tiempos de respuesta y en la capacidad operativa del taller.