Por Federico Vaccarezza (*), en diario Ámbito
La semana dejó imágenes potentes: el apretón de manos del presidente Javier Milei con su par de EEUU, Donald Trump, las promesas de respaldo del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el guiño del Fondo Monetario Internacional (FMI). Es comprensible que, en un país exhausto, cualquier gesto de apoyo externo despierte la ilusión de una “calma” hasta las elecciones de octubre.
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Pero si medimos por hechos –y no por discursos–, la Argentina sigue en una zona de riesgo alto: caída profunda de la actividad, consumo deprimido, drenaje de reservas, derrota electoral estrepitosa del oficialismo y un riesgo país que, aun con respiros, refleja f