El apoyo anunciado por Donald Trump al gobierno de Javier Milei ha suscitado diferentes lecturas y reacciones. Desde la brusca euforia de los mercados locales a las oportunas críticas por la eventual entrega de la soberanía a cambio de un puñado de dólares, desde la atendible cautela de los que quieren ver los números finos del acuerdo hasta la mirada escéptica de quienes observan que el oficialismo se ha limitado a ganar tiempo, aunque los problemas nodales de su estrategia económica no se resuelven con más deuda.
Pero más allá del debate económico me interesa efectuar una lectura política del asunto. Es claro que Milei no sólo está ofreciendo una respuesta de corto plazo a la pulseada cambiaria que enfrentaba, también está enviando poderosos mensajes políticos en varias direcciones. Ano