Los gobernadores radicales y del PRO insisten en adaptarse -no siempre con suerte- al funambulesco escenario político nacional. El funámbulo es ese acróbata que realiza ejercicios sobre una cuerda o un alambre tensado. Una segunda acepción de esa palabra alude a la persona que intenta actuar con habilidad en la cambiante vida política. Hoy por hoy, los políticos citados son equilibristas full time.
En ese sentido, Alfredo Cornejo y sus pares fungen de funambulistas a los que la realidad política ha puesto a parir. Cargan además con un plus: deben ser cuidadosos para no caer en ese otro tipo de funámbulo -menos valorado- que encarnan los saltimbanquis.
Saben que, por ahora, mantenerse o hallar nuevas alianzas es el norte que les permitirá respirar con la cabeza fuera del agua. Por