La vida en San Lucas Tunco, Metepec, transcurre bajo la sombra del agua. El temor al desborde de la ciénaga de Lerma y la cercanía con el río del mismo nombre se han convertido en una amenaza cotidiana, agravada por la construcción de la autopista Lerma–Tenango.

Con la llegada de las lluvias, el paisaje se transforma en un lodazal: casas y patios quedan anegados, y el patrimonio de familias que han vivido allí por generaciones se desvanece en cuestión de horas. Aunque la zona ha sido señalada desde hace años como de alto riesgo —porque el agua tarde o temprano busca recuperar su cauce—, los vecinos aseguran que el ayuntamiento de Metepec ha estado ausente. Lo que debería ser acompañamiento institucional se percibe, dicen, como un ejercicio de indiferencia: cada visita de funcionarios es v

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