Como abogada en derecho de familia he acompañado a múltiples familias en el camino de la adopción. Lo que debería ser una experiencia profundamente humana se transforma en un viacrucis jurídico. Trámites interminables, requisitos que rozan lo absurdo, estudios socioeconómicos repetitivos, demoras de meses para obtener una asignación, y una constante sensación de estar frente a un sistema que desconfía más de las familias que del abandono al que condena a miles de niños.

Una historia que me marcó fue la de una pareja que esperó más de 2 años para adoptar. Cumplían con todos los requisitos: estabilidad económica, emocional y un entorno sano para criar a un menor. A pesar de ello, la asignación nunca llegaba. Mientras tanto, en los centros de protección, miles de niños permanecían sin recibi

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