Hasta sus últimos días, Francisco Franco estaba obsesionado con un enemigo que no existía: el llamado 'contubernio judeo-masónico' . En su último discurso, en octubre de 1975, volvió a mencionarlo, como si toda la decadencia de España dependiera de esa conspiración secreta.

Según él, masones y judíos estaban unidos en un plan para destruir España . Les culpaba de todo: de los comunistas, de los separatistas, de cualquier problema político o social, incluso de amenazar la religión. La realidad era muy distinta : en España apenas había unos 6.000 masones y unos 5.000 judíos, y estos grupos no tenían prácticamente relación entre sí. Pero eso no frenó a Franco: les señalaba como responsables de todos los males del país y los convirtió en un chivo expiatorio perfecto.

La persecuci

See Full Page