La Audiencia Provincial de Madrid considera al agente culpable de maltrato, lesiones y agresión sexual por los ataques a su pareja, que consiguió escapar de la última paliza refugiándose en un supermercado

La Justicia condena a un policía nacional a tres años de cárcel por inventarse una agresión de una detenida

La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a diez años y nueve meses de cárcel a un agente de la Policía Nacional que durante más de un año impuso un “clima de terror y violencia persistente” a su pareja en la casa en la que vivían en la localidad madrileña de Arroyomolinos. Los magistrados avalan el relato de la víctima, apoyada por media docena de testigos y los informes médicos, frente al relato del agente acusado que llevó al juicio a uno de sus superiores policiales para intentar convencer al tribunal de que, en realidad, la mujer era violenta y se había provocado a sí misma decenas de lesiones.

La sentencia, a la que ha tenido acceso elDiario.es y que ya ha sido recurrida por el condenado, relata que la pareja comenzó su relación en 2018 y que las agresiones empezaron poco después de irse a vivir juntos en la casa de él en la localidad del suroeste de la Comunidad de Madrid. Los jueces relatan una primera agresión dentro de un coche, una segunda paliza dentro del domicilio y, finalmente, una agresión física y sexual de la que la mujer escapó corriendo y semidesnuda para refugiarse en un supermercado de la zona.

La mayor parte de las discusiones y agresiones que declara probadas la Justicia arrancaron por un motivo: los “celos”. El agente quería saber con qué otros hombres había estado la víctima en el pasado e incluso llegó a arrebatarle el teléfono para saber con quién hablaba. “Fue menospreciando y agrediendo, moral y físicamente” a la mujer, dice la sentencia, “imponiéndole un clima de terror y violencia persistente”. Los golpes eran frecuentes y, además, reclamaba a la mujer que “disimulara” los moratones.

Familiares, amigos y compañeros de trabajo de la víctima confirmaron a los jueces que sabían o sospechaban que era sometida a malos tratos por parte de su pareja. Relataron cómo veían los moratones que ella tapaba con mangas largas o cómo incluso ella misma les contó lo que pasaba en casa, aunque rechazando sus ofrecimientos para denunciar. “Si le denunciáis vosotros, no iré a declarar”, advirtió a sus familiares. “Empezó a distanciarse de sus amigas y a enfrentarse con ellas, cambió los hábitos de vestir, varias veces mostró moratones”, contó uno de sus hermanos.

La estrategia de defensa del agente, que pidió la absolución durante el juicio y ya ha recurrido esta sentencia ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), pasó por afirmar que la violencia en la pareja procedía de la mujer: que ella era quien le insultaba y agredía y que, incluso, todas esas lesiones reflejadas por los médicos se las había hecho ella misma. En el juicio llevó a un superior suyo de la comisaría para que testificara haber visto agresiones de la mujer al hombre y presentó mensajes, audios y grabaciones.

La Audiencia Provincial explica que no solo tienen la declaración de la víctima para apoyar una condena. También testigos, como sus familiares, amigos, compañeros de trabajo e incluso los policías locales y trabajadores del supermercado que la socorrieron cuando, semidesnuda, huyó de la última paliza que le pegó mientras la agredía sexualmente. Pero además, cuentan con informes médicos sobre unas lesiones que no se podría, de ninguna manera, haber infligido a sí misma como sostiene el condenado.

Fuentes del caso explican a elDiario.es que el agente ha recurrido esta sentencia criticando que la Audiencia Provincial no haya tenido en cuenta sus argumentos de defensa y que, incluso, la sentencia omite valorar muchos de ellos. Cuestionan, entre otras cosas, el contenido de los informes médicos y forenses que reflejan las lesiones de la víctima.

“Debería mostrar una conducta intachable”

La Fiscalía llegó a pedir más de 18 años de cárcel para este agente de Policía Nacional incluyendo en su acusación hechos que no han quedado probados: castigos y tratos degradantes y humillantes, como, por ejemplo, obligar a la mujer a limpiar el suelo con la lengua o ponerse zapatillas llenas de pasta para lavarse los dientes. Los jueces optan por imponer diez años y nueve meses de cárcel por delitos de maltrato habitual, varios ilícitos de lesiones y agresión sexual, además de la obligación de indemnizar a la víctima con casi 20.000 euros entre lesiones y daños morales.

Los jueces tienen en cuenta la profesión del agresor para explicar que en varios de los delitos de lesiones debe ser condenado a prisión y no solo a hacer trabajos en beneficio de la comunidad. Lo hacen “atendiendo a la agresividad y violencia desplegada”, y destacando también “la profesión del procesado, que por su carácter de policía, debía de velar por la seguridad de las personas y mostrar una conducta intachable”.

Los policías locales de Arroyomolinos que atendieron a la víctima explicaron que ella, cubierta de heridas y golpes, al principio no quería denunciar a su agresor. “Repetía que no quería que le pasara nada a él”, dijo uno de ellos. “Decía que había sido culpa suya, nos costó averiguar hasta su dirección”, explicó otro.