Coronado por el sol del sureste español, el  Castillo de Lorca  se alza imponente sobre la ciudad homónima, como una cicatriz de piedra que guarda siglos de historia. Su perfil, visible desde la autovía y desde los campos que rodean la comarca, recuerda el papel estratégico que jugó esta fortaleza durante la Edad Media: fue la  frontera viva entre Castilla y el Reino nazarí de Granada .

Conocido como la  Fortaleza del Sol , este castillo no solo es uno de los más grandes de España, con más de  52.000 metros cuadrados intramuros , sino también uno de los que mejor resume la mezcla cultural y militar que marcó el devenir de la península ibérica.

Una fortaleza musulmana convertida en bastión cristiano

El origen del  Castillo de Lorca  se remonta al siglo IX, cuando la ciudad de  Lurqa  formaba parte de la  Cora de Tudmir , bajo dominio musulmán. En aquel entonces, era un enclave clave dentro del sistema defensivo andalusí: una ciudad amurallada con alcazaba y barrios fortificados, protegida por la altura del cerro.

Tras la  conquista cristiana de 1244 , el rey  Alfonso X el Sabio  ordenó reforzar la fortaleza levantando la majestuosa  Torre Alfonsina , una estructura de piedra caliza erigida en el punto más alto del recinto como símbolo del poder castellano. Desde ese momento, Lorca se convirtió en una de las  plazas militares más importantes de la frontera sur , defendiendo los límites del Reino de Murcia frente a las incursiones del Reino de Granada.

Las crónicas de la época describen Lorca como un auténtico muro de contención: una fortaleza que separaba dos mundos, dos culturas y dos visiones del poder.

Judería, sinagoga y vida dentro de las murallas

Más allá de su función militar, el castillo fue también un lugar de convivencia. En su interior se estableció una  judería , una de las más importantes del sureste peninsular, donde las familias judías vivían y comerciaban protegidas por las murallas.

Aún se conservan los restos de sus  viviendas, aljibes y callejones , además de una  sinagoga del siglo XV  excavada parcialmente en el suelo, única en la Región de Murcia. Sus muros, decorados con yeserías, permanecieron ocultos durante siglos hasta su redescubrimiento en las excavaciones arqueológicas que acompañaron la construcción del  Parador de Lorca , integrado dentro del propio recinto amurallado.

Pocos lugares de España permiten observar, en un mismo espacio, la huella de tres culturas —cristiana, musulmana y judía— que convivieron, lucharon y se influyeron mutuamente durante siglos.

Un viaje al corazón de la historia

Hoy, el  Castillo de Lorca  es mucho más que una reliquia medieval. Convertido en un  espacio cultural y arqueológico abierto al público , forma parte de la red  Lorca Taller del Tiempo , que promueve la divulgación histórica de la ciudad.

La visita permite recorrer sus murallas, torres y jardines —de acceso gratuito—, así como los espacios musealizados, que incluyen la judería, la sinagoga, los aljibes, la Torre Alfonsina y la Torre del Espolón. Desde sus miradores se domina todo el valle del Guadalentín, la huerta lorquina y, en los días claros, incluso se alcanza a ver el mar.

Además, el recinto acoge actividades culturales, exposiciones y recreaciones históricas, que lo han convertido en un referente turístico de la Región de Murcia.