José Gopar , el hijo de pescadores pobres , pobres y rudos, pobres y también inocentes, nuestros santos inocentes, nunca fue lo que ellos esperaron. A José jamás le gustó la pesca, ni navegar en aquellas chalanas mínimas , él prefería estar en los traspatios, con las mujeres, con sus cuentos, y esa forma tan especial de entretenerse entre ellas. Cosiendo, riendo, y contando la vida.
Fue un maestro el que vio lo que hacía José , sus trazos, esa facilidad para el dibujo, y en una visita inesperada les pide a sus padres, a Miguel y a Fidela , que permitan que su hijo estudie. Y aquel viejo y recio pescador y también maestro gallero se sintió, quizás por primera vez, importante. Nadie, hasta entonces, había estado en su casa para darle una buena noticia.
Y aquel muchacho tímido y co