Si no recibes ninguna llamada después de la mamografía preventiva asumes que todo va bien. Así que dos mil mujeres andaluzas no recibieron una llamada y, efectivamente, respiraron tranquilas, siguieron con sus vidas, con sus relaciones, con sus familias, con sus trabajos, pensando que todo iba bien
“¡Bendita mi suerte! (Pa, pa-ra-ra, pa-pa-ra) ¡Bendita mi suerte! (Pa, pa-ra-ra, pa-pa-ra) ¡Bendita mi suerte! (Pa, pa-ra-ra, pa-pa-ra)”.
En medio de la polémica por las dos mil mujeres que han sufrido los retrasos en los diagnósticos del cáncer de mama, Juan Manuel Moreno Bonilla subía a su perfil de Instagram una serie de fotos acompañadas por la canción ‘Bendita mi suerte’ de El Funambulista. Era un post sobre la inauguración de la ampliación del centro de salud ‘La Carihuela’, de Torremolinos, y en la primera instantánea se ve a Moreno Bonilla abrazando a una mujer mayor que le besa en la mejilla, mientras el presidente de la Junta de Andalucía sonríe como sonríen los protagonistas de los bancos de fotos.
Conveniente timing para abrazar la sanidad pública con música festiva y sonrisa de anuncio de dentífrico, de vendedor de seguros o crecepelos. En las fotografías no se aprecia que Moreno Bonilla tenga rastro alguno de ansiedad y eso es importantísimo porque siempre es preferible no tenerla. “Usted tiene cáncer o no tiene cáncer, y cuando un radiólogo o un especialista tenía dudas, lo que hacía era dejarlo en suspensión, y no se le comunicaba a la mujer para no generar la incertidumbre; cuando hay algún posible indicio de futuro, lo que se hace es no introducir un elemento de ansiedad al paciente”: así explicaba Juanma Moreno el fallido protocolo seguido tras un cribado de cáncer de mama. “Ahora lo cambiaremos y daremos toda la información para que el paciente tenga toda la información”, añadía el presidente de la Junta de Andalucía.
Si no recibes ninguna llamada después de la mamografía preventiva asumes que todo va bien. Así que dos mil mujeres andaluzas no recibieron una llamada y, efectivamente, respiraron tranquilas, siguieron con sus vidas, con sus relaciones, con sus familias, con sus trabajos, pensando que todo iba bien. Son dos mil mujeres que tienen o podrían tener cáncer de mama, a las que nadie les comunicó que tenían un diagnóstico no concluyente por no introducirles un elemento de ansiedad, a tenor de lo comunicado por Moreno Bonilla. Dos mil mujeres con retrasos de meses en su tratamiento y con el posible y consiguiente avance de alguno de sus tumores. No son mamografías mal hechas, son mamografías bien hechas, pero mal comunicadas y peor tratadas. No es, por tanto, un problema de tecnología o de calidad de las lecturas, es un problema de falta de manos, de escasez de profesionales para hacer un seguimiento de forma adecuada.
El cribado de cáncer de mama es uno de los grandes logros de la medicina preventiva, eficaz si existe el control adecuado. Así que esto no va de una sanidad colapsada por un brote de gripe, por un fallo o error puntual del sistema. Va de ponerse lacitos rosas en la solapa de la chaqueta durante las fechas señaladas, pero de explicar esta negligencia con la misma placidez con la que explicas un fallo en la domiciliación de un recibo bancario. Va del progresivo deterioro de la sanidad pública, de un modelo que aumenta cada año los conciertos con empresas sanitarias privadas llevando a aceptar su existencia como una necesidad, de pacientes que optan por lo privado porque pierden la confianza en los tiempos de espera de la pública; va, en definitiva, de una elección política.