
Una prometedora píldora experimental llamada baxdrostat ha mostrado resultados alentadores en el control de la hipertensión resistente y podría también frenar el avance de la enfermedad renal crónica. En un ensayo clínico de fase 2, bautizado FigHTN, se administró baxdrostat como complemento a los tratamientos habituales en pacientes con enfermedad renal crónica (ERC) que aún no lograban controlar su presión arterial . Los resultados revelaron una disminución de la presión sistólica de aproximadamente un 5 % frente al placebo.
Además de este efecto sobre la presión arterial, los investigadores detectaron una reducción del 55 % en la pérdida de albúmina en la orina en el grupo tratado con baxdrostat respecto al placebo — un hallazgo significativo porque la albúmina urinaria es un marcador de daño renal y riesgo cardiovascular.
Esta disminución sugiere que, más allá de regular la presión, el fármaco podría retrasar el deterioro renal que acompaña a muchos pacientes hipertensos.
El mecanismo de acción de baxdrostat es novedoso: no se limita a bloquear los efectos de la aldosterona (una hormona que favorece la retención de sodio y agua y eleva la presión), sino que inhibe directamente su producción. Gracias a este enfoque más upstream, podría ser eficaz incluso cuando otros antihipertensivos fallan.
Hipertensión resistente
En pacientes con hipertensión resistente — es decir, aquellos que mantienen niveles elevados de presión arterial pese a recibir al menos tres fármacos — se estima que hasta el 25 % presentan niveles elevados de aldosterona , lo que convierte esa vía en un blanco estratégico.
Otro ensayo más amplio, denominado BaxHTN (fase 3), demostró que baxdrostat puede reducir la presión sistólica entre 9 y 10 mmHg en pacientes cuyo tratamiento previo no había sido suficiente. En este estudio, cerca del 40 % de los participantes alcanzaron niveles de presión considerados «saludables», en comparación con menos del 20 % del grupo placebo.
Expertos lo describen ya como un posible «cambio de paradigma» en el tratamiento de la hipertensión difícil de tratar.
Sin embargo, los investigadores advierten que estos resultados siguen siendo preliminares. Aunque algunos datos ya se han presentado ante congresos y en publicaciones científicas — como en la Revista de la Sociedad Americana de Nefrología — se requiere aún confirmar su seguridad a largo plazo, su tolerancia en diversas poblaciones y la eficacia en el ralentizamiento real de la progresión de la enfermedad renal en estudios prolongados.
ERC e hipertensión
En paralelo, existen otras moléculas en investigación con efectos parecidos. Por ejemplo, lorundrostat, desarrollado por Mineralys Therapeutics, ha mostrado en un ensayo fase 2 (Explore-CKD) una reducción de 9,3 mmHg en la presión sistólica y una disminución del 31 % en la relación albúmina/creatinina urinaria en pacientes con ERC e hipertensión.
Estas alternativas podrían reforzar la cartera terapéutica futura contra la hipertensión complicada por daño renal.
El descubrimiento de una píldora capaz de cumplir doble función — bajar la presión arterial y proteger el riñón — despierta expectativas importantes, especialmente en pacientes con enfermedad renal crónica, donde la hipertensión no controlada acelera la progresión hacia la insuficiencia renal. No obstante, los expertos insisten en la prudencia: serán necesarios ensayos más amplios , con seguimiento a largo plazo, para confirmar que estos efectos se traducen en beneficios clínicos reales y seguros para los pacientes.