Octubre es quizá el mes más instaurado en el imaginario peruano. No importa si las circunstancias son favorables o no, durante esos días se potencian la fe y la esperanza en El Señor de los Milagros , en lo que ya es una dependencia visceralmente emocional que sobrepasa cualquier entendimiento, porque de eso se trata, aferrarse a la posibilidad imposible del suceso capaz de cambiar la realidad inmediata (por ejemplo: la mediocridad del gobierno de Dina Boluarte y la inseguridad, y los derivados de los mismos) tanto del creyente como de aquel que no lo es. La radiación del Señor de los Milagros no conoce frontera, lo ha absorbido todo hasta patentar su marca de agua desde 1867. Lo vimos, una vez más, el pasado sábado 4 de octubre.
De las figuras religiosas del Perú, la del Señor de los M