El 11 de septiembre de 2024, El Carabobeño publicó mi artículo “Henry Martínez y el regalo de su amistad”. Para entonces, Henry ya libraba su batalla contra una neoplasia intestinal. Nuestras largas conversaciones telefónicas estaban impregnadas de una esperanza firme: la de que se recuperaría, volvería a Valencia y nuevamente nos reuniríamos alrededor de su música y la nuestra en aquellas «musiqueadas» que tanto amábamos. Lamentablemente, algo más de un año después de la publicación de mi artículo, el pasado jueves 2 de octubre de 2025, nos dejó.

He visto manifestaciones de dolor de mucha gente, porque Henry era tan especial, como persona, como poeta, como músico, como médico de familia, que resulta imposible no llorar su partida, aunque, como bien afirma mi hermano Juan Pablo, uno sient

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