Hay frases del dominio popular que, al escucharlas, sabemos exactamente qué hacer. Una de ellas es “papelito habla”. Todos sabemos que significa dejar por escrito cualquier acuerdo: ya sea con el cliente, el proveedor o cualquier otra promesa que, si alguien cambia de parecer, esté debidamente respaldada y obligue a respetarse.
En términos fiscales, el CFDI —o “factura”, como se le conoce comúnmente— es la versión moderna del “papelito habla”. Con la factura en mano y cumpliendo una serie de requisitos, el contribuyente puede deducir la erogación correspondiente.
La propuesta establece que el contribuyente deberá demostrar que las facturas amparan operaciones existentes, verdaderas o actos jurídicos reales. Y usted, estimado lector, seguramente se está preguntando: ¿y eso cómo