El sonido de una gaita nos indicó el camino hacia la plaza del Obradoiro. Ese día era jueves y, después de 130 kilómetros, llegamos a Santiago de Compostela con los pies cansados y el alma llena. Hacía tan solo una semana que habíamos iniciado el Camino desde Baiona, una población costera de Galicia. Se dice de este pueblo que fue allí donde llegó la carabela La Pinta en el año de 1493, después del descubrimiento de América. De hecho, hay una réplica que se puede visitar, aunque mi ilusión de conocerla fue más grande que el objeto mismo. Es una embarcación pequeña amarrada en el puerto, ese sí, majestuoso.

La primera etapa era solamente catorce kilómetros de recorrido. Una distancia prudente para empezar, porque a pesar de que mis cuatro acompañantes y yo estábamos bien entrenadas, el cue

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