En un contexto donde la confianza en las instituciones públicas es frágil, las empresas cargan con la expectativa de ejercer un liderazgo responsable que combine competitividad con legitimidad social.

Érika Quevedo

Durante décadas, el valor de los Consejos de Administración se midió en cifras, utilidades, rentabilidad y dividendos. Su composición solía responder a la lógica de asegurar experiencia financiera o representación accionaria, y su principal responsabilidad era vigilar balances, aprobar presupuestos y garantizar el retorno a los inversionistas. Publicidad

También velaban porque la empresa operara dentro de los marcos regulatorios establecidos, en un entorno donde la gobernanza se concebía sobre todo como cumplimiento y control. Ese modelo reflejaba una época en la que la esta

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