El atleta cuantificado
El entrenador de antes llevaba libreta y cronómetro ; el de ahora, dashboard y contraseña . Antes miraba gestos; hoy revisa gráficos. Los deportistas ya no respiran: sincronizan . El músculo late al ritmo del Bluetooth y el sudor se guarda en la nube . En los gimnasios no se oye el jadeo: se oye el pitido del sensor que avisa que el cuerpo ha salido de su “zona óptima de esfuerzo”.
Los relojes inteligentes prometen leer el alma por pulso. La app Strava mide la distancia que separa la ilusión del agotamiento. Whoop te informa que dormiste mal antes de abrir los ojos. Oura te notifica que tu recuperación emocional va en 47 % , aunque tu pareja te haya dejado hace meses. Y los atletas, obedientes, ajustan la respiración al ritmo del gráfico.
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