El presidente francés volvió a nombrar a Sébastien Lecornu al puesto de primer ministro, cuatro días después de aceptar su dimisión, a pesar de las advertencias de su propio partido y la hostilidad de la oposición que amenaza con una censura

Una semana de caos político para terminar, más o menos, en el punto de partida. Emmanuel Macron decidió el viernes nombrar de nuevo como primer ministro a Sébastien Lecornu, cuatro días después de haber aceptado su dimisión y a pesar de las advertencias de su propio partido y la hostilidad de la oposición.

Desenlace de una agitada semana que aún debe tener un epílogo con el anuncio de la composición del segundo Gobierno de Lecornu, que podría anunciarse antes de la noche del domingo. Lecornu, antiguo ministro de Defensa y uno de los más fieles colaboradores del presidente, abrió la semana de crisis presentando su dimisión el lunes por la mañana, horas después de anunciar los elegidos para formar el que fue su primer –y efímero– Ejecutivo.

Inmediatamente criticado por su ministro del Interior, Bruno Retailleau, que también es el jefe del partido conservador Los Republicanos (LR), Lecornu optó entonces por renunciar. La secuencia de acontecimientos de la semana ha servido para romper, al menos parcialmente, la alianza entre centristas y conservadores.

Los líderes políticos de LR se manifestaron este sábado en contra de la participación en un nuevo Gobierno y en contra también de cualquier compromiso para suspender la reforma de las pensiones que entró en vigor en 2023. No obstante, según apuntan varios medios franceses estos días, existe una diferencia de opiniones entre los líderes y una mayoría de los diputados que estarían dispuestos a resignarse a un compromiso para evitar unas nuevas elecciones, en las que podrían perder sus escaños en favor de la extrema derecha.

Tras aceptar la dimisión de Lecornu el lunes, Macron le encargó que llevara a cabo una ronda de consultas con todas las fuerzas políticas en las siguientes 48 horas. El objetivo de esta “misión” era preparar una “plataforma de estabilidad” en la Asamblea que permitiese lograr un acuerdo de mínimos para evitar elecciones, nombrar un nuevo primer ministro y continuar la tramitación de los presupuestos.

Acabado el plazo de las consultas, Lecornu se reunió con el presidente y acudió al telediario del miércoles por la noche en la televisión pública para anunciar que consideraba que “un camino era posible” y que pensaba que Macron estaba en condiciones de “nombrar un nuevo primer ministro en las próximas 48 horas”, es decir, la noche del viernes. No obstante, pareció descartarse para el cargo.

El colapso de su Gobierno, horas después de haber sido nombrado, sumado a los fracasos de Barnier y Bayrou en menos de año aumentó la presión sobre el presidente –incluso entre sus aliados– para un cambio de línea y el nombramiento de una figura progresista, una posibilidad que Macron ha rechazado con cada cambio de gobierno.

La tarde del viernes, horas antes de anunciar su decisión final, Macron reunió en el Elíseo a los líderes de las principales fuerzas políticas representadas en la Asamblea –a excepción de Francia Insumisa (LFI) y de la extrema derecha– y dejó entrever que tampoco esta vez permitiría gobernar a la izquierda.

Según los participantes, el presidente continúa escudándose en que hay unos 210 diputados de centro y derecha –sumando macronistas y LR– que supera a los 191 de izquierda, incluida LFI (de 577 que componen la Asamblea). Por eso, en su opinión, esta última no puede aspirar a gobernar. Un cálculo que pasa por alto, entre otras cosas, las grietas aparecidas en el bloque central o la posibilidad de que los centristas apoyen un gobierno en minoría de una parte de la izquierda.

Moción de censura

“Macron no puede hacer otra cosa que ser Macron”, sentenció el viernes el líder de Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Mélenchon. Su partido ya ha anunciado que presentará una moción de censura tras la declaración de política general del jefe del Gobierno, prevista para el lunes o el martes. Una votación decisiva podría tener lugar a finales de la semana que viene. La extrema derecha también ha anunciado que votará para censurar.

Y la mayor parte de la izquierda parece, de momento, defender también esa vía. “No veo ningún argumento para no censurarlo, en realidad”, afirmó la líder de los ecologistas Marine Tondelier, denunciando “una última provocación” por parte del presidente al nombrar de nuevo a Lecornu.

Lecornu, que evitó una primera moción de censura al dimitir, tendrá que negociar con urgencia para durar más allá de los 27 días de su primer mandato. Como ya era el caso antes de su dimisión y renominación, su futuro parece en manos del Partido Socialista (PS). Los socialistas aseguraron el sábado que también censurarían al primer ministro si este no se comprometía a “una suspensión inmediata y completa de la reforma de las pensiones” de 2023, que elevará progresivamente la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años.

Lecornu se ha comprometido a incluir en el debate parlamentario “todos los asuntos tratados durante las consultas realizadas en los últimos días”, incluida la reforma. Y el viernes Emmanuel Macron reafirmó la renuncia a recurrir al artículo 49.3 que permite aprobar una ley sin votación de la Asamblea. Una forma de comprometerse a respetar el equilibrio de fuerzas parlamentarias.

Suspensión “inmediata”

Queda por ver si es suficiente para convencer a los socialistas. “A menos que el primer ministro cambie de política de forma muy clara”, en particular con “medidas sobre el poder adquisitivo” y la suspensión “inmediata” de la reforma de las pensiones en su declaración de política general, “los socialistas lo censurarán”, dijo el sábado el portavoz del PS, Pierre Jouvet.

El viernes, Le Parisien evocaba un pacto de “no censura previa” que avanza entre socialistas y macronistas, con la suspensión de la reforma de las pensiones y medidas de justicia fiscal como posibles concesiones. Una información, desmentida por los socialistas, pero que también ha apuntado la cadena de noticias BFM-TV.

De confirmarse, significaría que Lecornu podría sobrevivir a su primera moción de censura con la abstención del PS, algo que expondría a los socialistas a fuertes críticas del resto de formaciones progresistas. Tanto socialistas, como los conservadores de LR, temen unas nuevas elecciones, que las encuestas apuntan como catastróficas para el bloque central, negativas para los partidos progresistas –que probablemente acudirán divididos– y muy favorables para la extrema derecha.

Una primera indicación del margen de negociación será la formación del nuevo Ejecutivo de Lecornu, que debe hacerse pública antes del lunes. Un “gobierno de misión” que estará “desconectado de las ambiciones presidenciales para 2027”, según indicó el propio Lecornu.

El nuevo equipo gubernamental “deberá encarnar la renovación y la diversidad de competencias”, hizo saber el primer ministro, lo que apunta a una mayor participación de personalidades de la sociedad civil y menos peso político. La presencia de pilares del macronismo como Gérald Darmanin sería una muy mala señal de cara a un posible pacto con los socialistas.

Macron, cada vez más aislado

En cualquier caso, la reconducción de Sébastien Lecornu como jefe del Ejecutivo, ha hecho que las críticas contra Emmanuel Macron suban de intensidad, una vez más. La cota de popularidad del jefe de Estado francés ronda el 15%, sus propios aliados no entienden su negativa a aceptar que no tiene una mayoría que le permita mantener el control de la vida política y parlamentaria y le acusan de atrincherarse en el Elíseo con un puñado de fieles.

Los asistentes a la reunión del viernes en el Elíseo relataron la tensión y las recriminaciones entre el presidente y los líderes de los partidos del bloque central. A lo largo de la semana Édouard Philippe, jefe del primer Gobierno de Macron y uno de los favoritos para la presidencial de 2027, puso sobre la mesa la posibilidad de una dimisión del presidente como salida a la crisis.