Hacía poco había perdido una guerra. Hacía poco había dejado de sufrir la violación masiva de los derechos humanos. Argentina ensayaba la democracia y —en algo que parecía jugar con fuego— estaba juzgando a sus antiguos dictadores.
Muchos argentinos temían una eventual prolongación del medio siglo de golpes militares. Otros, confiaban en que la democracia echara raíces y sentían el deber de ayudar a construir su futuro. Fui uno de ellos. Escribí en 1985 un ambicioso (acaso pretencioso) ensayo titulado “La Argentina del Siglo 21”.
El ensayo proponía una sociedad profundamente democrática y rudimentos de un sistema socio-económico para promover, al mismo tiempo, el crecimiento y la equidad social.
Había una precondición: comprender que aun los problemas sociales pueden tener origen o solu