Francia, que ha sido laboratorio histórico de la política europea, lugar de nacimiento de «libertad, igualdad, fraternidad» y cuna de la racionalidad política europea, atraviesa una crisis de fondo que ya no es coyuntural ni táctica, sino estructural y moral. El país parece paralizado por una crisis política que refleja el agotamiento de su sistema de representación, el descrédito de sus élites (por culpa de las clases políticas que las han reemplazado) y la creciente fractura entre la clase dirigente y la sociedad real. Lo que comenzó como un fenómeno francés se ha convertido en un reflejo fiel de la degradación general de las democracias occidentales, donde la falta de visión o grandeza de miras, la incompetencia y la mediocridad erosionan las instituciones.

Parálisis y crisis de lide

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