
En la ciudad de Fukuoka, Japón, comenzó a operar la primera planta de energía osmótica de Asia , una instalación que genera electricidad simplemente al mezclar agua dulce con agua salada. Dicha hazaña fue calificada por las autoridades japonesas como un paso importante en la lucha contra el cambio climático. Esto convierte al país del Sol Naciente en el segundo —después de Dinamarca— en aprovechar esta innovadora forma de producir energía.
Según Zime Science , el proyecto administrado por el Centro de Desalinización de Agua de Mar de Fukuoka producirá cerca de 880,000 kWh al año. Esto equivale a alimentar unas 220 viviendas y apoyar el funcionamiento de una planta de desalinización cercana. Aunque su capacidad no compite todavía con la de una planta solar o son la eólica, la ventaja de esta tecnología es que funciona de manera continua.
Cómo funciona la energía osmótica
Según explica The Guardian , este es un proceso natural mediante el cual el agua se mueve a través de una membrana semipermeable desde una zona con menor concentración de sales hacia otra con mayor concentración. Cuando se canaliza de manera controlada, este movimiento natural del agua puede convertirse en energía.
Las plantas de energía osmótica sitúan agua dulce y agua salada en lados opuestos de una membrana especial , con el lado salado ligeramente presurizado. A medida que el agua fluye hacia esa zona, el aumento de presión puede utilizarse para mover una turbina conectada a un generador, produciendo electricidad.
En la planta de Fukuoka se emplean agua dulce, aguas residuales tratadas y agua de mar. El resultado es un flujo constante de energía que puede mantenerse día y noche sin depender del clima ni de combustibles fósiles.
Un avance con desafíos, pero con gran potencial
Como mencionamos al principio, la planta de Fukuoka no es la primera en su tipo a nivel mundial. En 2023, la empresa SaltPower inauguró en Mariager, Dinamarca, el primer proyecto de energía osmótica. Inicialmente, con una potencia portátil de 20 kW, el objetivo es ampliar esta cifra a 100 kW , además de reducir los costes de electricidad.
Otros países que han realizado pruebas piloto son Noruega y Corea del Sur . En Australia, la Universidad de Tecnología de Sídney también desarrolló un prototipo. Por desgracia, el programa perdió impulso durante la pandemia ; sin embargo, la universidad ha ayudado a construir prototipos en España y Catar.
No obstante, el complejo de Fukuoka es más grande y representa un paso importante hacia la producción a escala industrial. A pesar de ello, llevar esta tecnología al siguiente nivel no es tarea sencilla. Según Sandra Kentish , de la Universidad de Melbourne, una parte significativa de la energía se pierde al bombear el agua y al hacerla pasar por las membranas.