La permanencia de botellas de agua de plástico en el interior de vehículos expuestos al sol constituye una práctica con potenciales efectos adversos para la salud, según alertas de especialistas médicos. Las elevadas temperaturas que pueden superar los 60°C en el habitáculo automotriz favorecen la degradación del material plástico y la consecuente migración de compuestos químicos al líquido contenido.
El proceso de transferencia de sustancias como el acetaldehído y la liberación de microplásticos se intensifica significativamente bajo condiciones de calor extremo. Investigaciones en seguridad alimentaria indican que estas partículas, al ser ingeridas mediante el consumo del agua contaminada, podrían generar alteraciones en órganos sensibles del cuerpo humano. La problemática se extiende a