Antes de iniciar con esta entrega, debo ser honesto con mi audiencia, y confesar que varios de mis lectores comienzan a sospechar que voy perdiendo contacto con la realidad, y que despliego abusivamente una sarta de imágenes a veces incomprensibles.
Otros, a los que les caigo verdaderamente mal, y me abominan, les causo gran irritación, y de mamón no me bajan.
Algunos amigos entrañables, entre ellos mi anacoreta de cabecera, me han dicho que me extiendo mucho y que en vez de usar la ironía y el sarcasmo, vaya directamente al grano y le parta el cráneo a los políticos del momento.
Que para qué tanto rodeo.
Sin embargo, en cada entrega, me gusta obsequiar un poco del conocimiento inútil que me gusta acumular, y luego desparramarlo en micro cápsulas para que usted, de repente, con estos t