Fruta, agua y tortas saludables reemplazan a las frituras y refrescos en las cooperativas escolares.

¿Recuerdas cuando el recreo sabía a papas, refresco y galletas rellenas? Pues esos días parecen cosa del pasado. Actualmente, los pasillos de las escuelas mexicanas huelen más a fruta fresca que a frituras, y eso —aunque suene a tragedia para algunos— es parte de una transformación silenciosa pero profunda: la expulsión de la comida chatarra del sistema educativo nacional.

Sí, la misma política que muchos creyeron imposible (“¿de verdad los niños van a querer comer jícama?”) ya está dando resultados. Según la Secretaría de Educación Pública (SEP), el 86% de los planteles del país dejó de vender comida chatarra en sus cooperativas escolares, consolidando uno de los ejes centrales de la est

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