En nuestra política de hoy hay una mezcla de sinsabores que merecen ser desmenuzados sin apasionamientos. Por un lado, el nuevo presidente tiene la misión de encaminarnos hacia un país gobernable el 2026; por el otro, la calle está hirviendo por la inseguridad ciudadana y crece el repudio hacia las autoridades de turno. Esos condimentos recalientan la olla a presión en la que se ha convertido el manejo del Estado.

Es evidente que Somos Perú, el partido al que pertenece el mandatario José Jerí, no podrá gobernar solo. Necesita de otras fuerzas políticas para sobrevivir a los nueve meses de transición. A diferencia de Francisco Sagasti, el nuevo jefe de Estado afrontará este periodo fértil en protestas, como la anunciada para el próximo miércoles. No creo que los problemas heredados se desv

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