Por Deilin Ochoa

La filigrana yucateca, reconocida por su delicadeza y minuciosidad, es una de las expresiones más refinadas de la orfebrería tradicional del estado . Su elaboración parte del trabajo artesanal de hilos muy delgados de plata y ocasionalmente de oro, cuidadosamente torcidos, enrollados y soldados para formar figuras ornamentales como flores, cruces, gotas o animales.

Introducida en la península durante la época colonial, la técnica llegó desde España y se fusionó con elementos del arte maya y mestizo. Con el paso de los siglos, los talleres yucatecos consolidaron un estilo propio, con piezas que destacan por su ligereza y elegancia: rosarios, aretes, collares largos, pulseras y dijes que han pasado de generación en generación.

Sin embargo, la tradición enfrenta hoy

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