La guerra más devastadora entre Israel y Hamás llegó, al menos por ahora, a un punto de inflexión. Mientras en Israel se celebraba el regreso de 20 rehenes vivos y la repatriación de los cuerpos de otros cuatro secuestrados hace dos años por el grupo islamista, en Gaza el júbilo tenía otro rostro: el de los casi 2.000 prisioneros palestinos liberados de cárceles israelíes como parte del plan de paz impulsado por el presidente estadounidense, Donald Trump.
“Es un día tremendo para el mundo. Se acabó la larga y dolorosa pesadilla de la guerra en Gaza”, proclamó Trump, respaldado por casi una treintena de líderes mundiales durante la firma de la tregua en Egipto. El acto, sin embargo, tuvo una ausencia elocuente: ni Israel ni Hamás participaron en la ceremonia que selló el alto el fuego , el