Desde Barcelona

UNO Ayer Rodríguez volvió a soñar con que él era ese niño-lazarillo que guía y escucha a Homero en mucho de esos grabados que lo retratan con aire de santidad casi católica. Y, sí --piensa Rodríguez-- lo cierto es que Homero se merece mucho más los altares y la gloria que tanto improbable milagrero dando vueltas por ahí con ganas de ascender a cromo-estampita en el álbum de la selección vaticana. Y tal vez Rodríguez haya soñado con el incierto pero verdadero antiguo griego porque por estas noches se pone para dormir esa t-shirt que alguna vez compró en la tienda del British Museum con el estampado de ese busto más o menos oficial (copia romana de original helénico, marmóreos ojos en blanco) cincelado en el siglo I o II antes de Cristo (otro ídolo improbable pero auténtico

See Full Page