Voy con mi suegra en el auto. Cien años tiene mi suegra. Sale poco y aun así esta tarde, en que está tan lindo, viaja con los ojos cerrados. Muchas veces mi suegra está callada o con los ojos cerrados. Antes no sabía qué le pasaba, ahora creo que se aburre. De nuestras charlas, de nuestros problemas, de discusiones acaloradas por personas que, ella sabe como nadie, en poco tiempo no nos importarán nada. La perspectiva de los años y, también, esas charlas en un mundo que va dejando de ser el de ella. ¿Nunca estuvieron en una cena con gente de otro país? Aunque hablen el mismo idioma, hay códigos, intereses, asuntos distintos que los nuestros: somos más callados y sonrientes cuando estamos de afuera. La vejez puede ser también una extranjería.

Pero me fui de tema. El punto era este: voy con

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