En México, las voces del sector pesquero y comunitario no han sido debidamente incluidas en los procesos de consulta y diseño de políticas. Las familias pesqueras, que conocen mejor que nadie las mareas, las especies y los ciclos biológicos, rara vez son convocadas a participar en las decisiones que afectan su futuro.
En las costas mexicanas, la pesca no es sólo una actividad económica: es un estilo de vida, una tradición que sustenta comunidades, fortalece la identidad nacional e incluso, un camino para alcanzar la soberanía alimentaria.
Sin embargo, hoy se encuentra amenazada.
La sobreexplotación de especies, la pesca ilegal, el cambio climático, los ecosistemas degradados y la contaminación plástica, han colocado a pequeñas embarcaciones y familias enteras al borde del abismo.
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