Desde su llegada a la escudería Mercedes-AMG Petronas en 2013, Lewis Hamilton nunca volvió a viajar solo. A su lado, siempre estuvo Roscoe, su fiel bulldog inglés, que se transformó en una de las figuras más queridas del paddock. Durante más de una década, el tierno can fue testigo de los triunfos, derrotas y celebraciones del campeón británico, apareciendo en las grillas de salida, los boxes y hasta en conferencias de prensa. Su presencia era tan habitual que se convirtió en una especie de “mascota oficial” de la Fórmula 1.

A pesar de los problemas respiratorios típicos de su raza, Roscoe vivió 11 años, superando la esperanza de vida promedio de los bulldogs ingleses. Su carisma natural lo convirtió en protagonista de momentos icónicos, como cuando “asumió” el rol de ingeniero de Mercede

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